Desde hace muchos años venimos diciendo que el deporte moderado es beneficioso para la salud, mientras que el deporte de alta intensidad puede ser perjudicial para la salud. Que el deporte de élite no es precisamente lo más indicado para preservar la salud, ya que a la larga el organismo siempre pasa factura. A partir de los cuarenta años el individuo debe de planificar su actividad física y deportiva de acuerdo a sus características físicas y laborales, teniendo siempre en cuenta los parámetros de intensidad del ejercicio, duración y frecuencia del mismo, si quiere mantener una buena salud y prevenir lesiones y enfermedades en el futuro.
La afición en España en los últimos años a la carrera continua está siendo exponencial tanto en hombres como fundamentalmente en mujeres. La proliferación de maratones, medias maratones y carreras populares, no hace más que crecer constantemente año tras año, de tal forma que en la actualidad podemos decir que el año 2014, se celebraron más de 4.000 carreras populares en nuestro país, lo que demuestra la creciente afición que existe por este deporte. Y el número de participantes es cada día mayor, calculándose en estos momentos que hay más de cuatro millones de personas que salen habitualmente a correr, a parte de su participación en carreras populares.
Hacer deporte es bueno para la salud, pero siempre y cuando se haga de forma moderada, ya que nos va a ayudar a prevenir enfermedades e infecciones, estimula nuestro sistema inmunológico y previene las temidas enfermedades cardiovasculares, una de las causas de mayor mortalidad en el mundo. Pero el ejercicio de alta intensidad y competitivo, puede ser perjudicial.
El corazón, al fin y al cabo es un músculo y cuando este se ejercita de forma intensa con el ejercicio de alta exigencia, termina produciendo una dilatación del ventrículo derecho. Esta dilatación en un deportista joven, normalmente no trae consecuencias. Pero a partir de los 40 años, si se persiste en el ejercicio de alta intensidad puede provocar alteración en su pared en forma de cicatrices y fibrosis, con las consiguientes repercusiones en el funcionamiento cardíaco. Y cuanto mayor sea la intensidad, duración y frecuencia del deporte, mayores serán las posibilidades de complicaciones cardiaovasculares.
Existen ya diversos estudios científicos que vienen alertando de los riesgos de someter al cuerpo a un deporte mas allá de lo prudente. Ponen de manifiesto todos estos estudios, que hay que escuchar a los sistemas de alarma del organismo, para evitar complicaciones irreversibles y así, ante las molestias precordiales, cansancio anormal, visión borrosa, sensación de nauseas o mareos e incluso problemas de recuperación, no hay que hacer deporte de alta intensidad sin consultar previamente con el médico.
Es difícil establecer un protocolo de actividad física semanal, ya que cada organismo es diferente y las circunstancias personales son igualmente distintas. Correr o hacer running durante una hora, tres días a la semana a un ritmo moderado, es más que suficiente para procurar una salud aceptable. Sin embargo, correr a alta intensidad o más horas a la semana tiene el mismo riesgo cardiovascular que la vida sedentaria, según un trabajo publicado en el “Journal of American College of Cardiology”. Otra cosa diferente es hacer actividad física caminando o haciendo natación y gimnasio de forma también moderada. En estos casos, la duración y frecuencia puede variar considerablemente, ya que no sometemos al corazón a una carga de trabajo excesiva. Caminar cinco o seis días a la semana a un ritmo de seis kilómetros hora produce siempre beneficios para la salud cardiovascular y el sistema inmunitario además de ser beneficioso para luchar contra la obesidad, controlar la tensión arterial, la diabetes y el colesterol.
Así pues, hagamos actividad física y deporte de forma moderada si queremos tener buena salud y prevenir enfermedades y lesiones.
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