Según el refranero, “La primavera la sangre altera”. Asociamos el invierno con humor más lánguido y el buen tiempo con alegría. Cuando hace buen tiempo disponemos de más horas de luz y una temperatura que facilita hacer actividades, de ocio o no, que no podemos con frío y oscuridad, o por lo menos no de forma cómoda.

No obstante, no es oro todo lo que reluce. Con el buen tiempo tienden a aumentar los intentos de suicidio (ver datos del INE) y experimentamos una temporal astenia. Astenia se define como una debilidad o fatiga general. ¿Por qué ocurre esto? Con el cambio de estación nuestro cuerpo se ve forzado a adaptarse. Al igual que un ciclista cuando sube una cuesta requiere aplicar más potencia, nuestra biología reacciona a más horas de luz (lo que implica segregar menos melatonina, el precursor de la serotonina), dormir menos o peor, ya sea por la luminosidad, el calor, tener mayor movimiento después de meses en lo opuesto, mas otras condiciones influyentes, como la presión atmosférica, o cambios en horarios y el entorno (pólenes, aumento de demandas laborales, familiares, o sociales –la gente quiere salir, los niños empiezan actividades al aire libre…), que se suman al estado asténico que uno percibe incluso semanas antes.

Lo principal es no darle más relevancia de la que tiene. Es un periodo de adaptación. Punto. Le sucede a muchos otros organismos vivientes animales (la época de celo, fin de hibernación) y plantas (floración y el dichoso polen ya mencionado).
Cuando los cambios son regulares e intensos, independientemente de si ocurren en invierno o primavera-verano, se denomina trastorno afectivo estacional o trastorno depresivo con patrón estacional.

Algunos de los síntomas suelen ser anergia, anhedonia, abulia, apatía (no le explico los términos para que lo busque usted mismo y enriquezca su vocabulario cuando hable con su médica o psicóloga), apetencia por hidratos de carbono (comfort food, grasa y azúcar que funciona como una recompensa en nuestro cerebro tipo consumo de drogas) o inapetencia, somnolencia o dificultad para conciliar y mantener el sueño.

Si se siente en este inicio de primavera asténica o asténico, no haga nada. Deje que pase. Ni siquiera le de importancia. Anote lo que experimenta, ponga una alarma en su calendario, olvídese, y en una semana o dos vuelva a contrastarlo. Seguramente ya no está. Ni que decir tiene, que obviamente hay que mantener una alimentación y rutinas saludables. No vale todo. Si, aunque sea breve, el malestar es de tal calibre que le pasa factura en su vida personal, laboral, sentimental, social, entonces consulte a su sanitario de referencia, para evaluar en detalle, descartar problemas de tipo primario (como déficit de vitaminas u hormonas), y, en su caso adecuar una serie de estrategias específicas a la adaptación, así como descartar la posibilidad de trastorno afectivo estacional. Eso, o quizá es que está enamorado (bienvenido al club). Ya sabe que la primavera…

 

Solicita tu cita online