El tobillo es la articulación que sufre más frecuentemente traumatismos por torsión.
Estos traumatismos pueden llegar a producir una serie de complicaciones que van a afectar al normal funcionamiento del tobillo, siendo la inestabilidad crónica uno de los problemas más importantes, en especial en los deportistas de élite, por la afectación que puede llegar a provoca en su rendimiento.
Podemos definir la inestabilidad crónica del tobillo como el cuadro clínico caracterizado por sensación subjetiva de inestabilidad y dolor persistente en un paciente con antecedentes de esguinces de repetición. Hay que diferenciar inestabilidad de laxitud o hiperlaxitud, en la que no aparece inestabilidad ni dolor.
Es más frecuente en deportes en los que se realizan saltos y cambios de dirección (baloncesto, voley, fútbol…) o en deportes como la gimnasia rítmica donde además aparecen otros factores de riesgo: laxitud articular, saltos y giros con el pie en flexión plantar forzada (posiciones en “relevé”), movimientos de alta exigencia y amplio rango de movilidad articular.
La causa más frecuente suele ser el tratamiento inadecuado de un esguince de tobillo, que provoca una cicatrización incorrecta del ligamento.
Además de los ligamentos (peroneo astragalino anterior, posterior y peroneo calcáneo en la cara externa, y deltoideo en la cara interna o medial), en la estabilidad del tobillo intervienen estructuras óseas (posición del astrágalo, que no está encajado en flexión plantar o posición “en relevé” de gimnastas y bailarinas), y tendinosas (peroneos, tibial posterior y flexores de los dedos del pie).
Diagnóstico
La exploración física, para valorar los bostezos articulares, y la anamnesis, donde la historia de esguinces de repetición y sensación subjetiva de inestabilidad están siempre presentes, son las principales herramientas para establecer el diagnóstico.
Como pruebas complementarias podemos utilizar las rx en estrés (varo forzado) y la RMN, que nos pondrá de manifiesto la existencia de lesiones asociadas (lesiones condrales, cuerpos libres articulares, grado de lesión ligamentosa, etc.).
Tratamiento
En deportistas de élite o en pacientes cuya actividad lleva consigo una exigencia articular alta, el tratamiento suele ser quirúrgico. En ocasiones podemos diferirlo según el calendario de competición del deportista, utilizando hasta el momento de la cirugía pautas de tratamiento de fortalecimiento, potenciación y propiocepción, así como vendajes específicos (tape). Estas pautas son fundamentales en el tratamiento preventivo de esta lesión en deportistas “ de riesgo”, como son las gimnastas.
La técnica quirúrgica más utilizada es la de Bröstrom, mediante la que se realiza la plicatura del ligamento elongado para retensarlo. Se asocia una artroscopia para revisar la articulación y valorar posibles lesiones asociadas, en especial del cartílago articular, que pueden ensombrecer el pronóstico.
En ocasiones, si no se consigue el resultado deseado, puede ser necesario recurrir a reconstrucciones mediante plastias tendinosas.
Tras la cirugía se mantiene una inmovilización durante 6 semanas, las 3 primeras en descarga y las 3 siguientes permitiendo el apoyo progresivo. Posteriormente se suele mantener el tratamiento rehabilitador otras seis semanas realizándose la incorporación al deporte de forma progresiva.
Dr. Andrés Fernández
Centro Médico Deyre
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