Treinta y cinco años después de que falleciera el primer futbolista italiano en un campo, Morosini se desplomó el sábado sobre el terreno de juego a consecuencia de un síncope cardíaco. Trató de reincorporarse en dos ocasiones, pero terminó inerte para no volver nunca más a la vida. La asistencia médica fue inmediata y la utilización de desfibrilador también. Acudió la ambulancia y fue trasladado al hospital. Pero en esta ocasión no hubo milagro. Minutos más tarde se confirmaba la muerte súbita de un deportista de 25 años sobre el campo, en competición. Las imágenes captaron la emoción y las lágrimas del drama que se estaba viviendo.

Desde el punto de vista médico, tenemos que insistir, una vez mas, en que estos casos desafortunados son muy poco frecuentes y que a pesar del impacto que tienen por los medidos de comunicación, la incidencia estadística es muy baja. La medicina actual no tiene respuestas para la muerte súbita, a pesar de la rigurosidad en los reconocimientos médicos deportivos, con todo tipo de pruebas y análisis realizados. Estamos esperanzados en que los test genéticos nos aporten nuevos datos para establecer criterios preventivos. Pero esto es todavía sólo una esperanza.

Consulta el artículo en el Diario AS: http://opinion.as.com/opinion/2012/04/16/portada/1334602560_850215.html