Estamos en una sociedad en que cada día vemos en la prensa la aparición de una nueva dieta milagrosa, patrocinada por un famoso que ha conseguido rebajar un montón de Kilos sin grandes esfuerzos. El marketing se encarga de fomentar en el mercado y gran parte de la población se decide a probarlas.
Y así una tras otra a lo largo de muchos años. Hace la correspondiente dieta, adelgazan a veces muchos kilos, y al cabo de un espacio corto de tiempo, vuelve de nuevo a estar gordo. La dieta no ha funcionado. ¿Por qué?. Sencillamente porque las dietas no sirven para adelgazar de forma permanente. Lo que realmente sirve es “aprender a comer” y como decía el gran profesor César Cobián: “Comer de todo, en plato pequeño, digan lo que digan los modos dietéticos”.
A lo largo de mi experiencia profesional y cuando se vislumbra la cima de la jubilación, mi opinión difiere considerablemente con la de otros colegas, que mantiene que todos los alimentos interactúan igual en el metabolismo humano y en consecuencia engordan igual en todas las personas. Yo no opino así. Pienso que hay alimentos que actúan de forma diferente en cada metabolismo, y en consecuencia actúan de forma desigual en la obesidad.
Recientemente hemos tenido la oportunidad de escuchar la opinión del investigador José María Ordovás discípulo directo del profesor Cobián quien nos ha dado una serie de matizaciones, que encuadran en mi experiencia personal.
Este investigador director del Laboratorio de Nutrición de la Universidad de TUFTS (Boston) decía que en los próximos años la ciencia se colará en la cesta de la compra. No habrá alimentos buenos ni malos, sino solo recomendaciones específicas para cada individuo en función de su perfil genético.
Bastará una simple muestra de ADN para saber que alimentos nos engordan y cuales benefician nuestra salud.
Con una simple muestra de sangre se podrá ver el perfil genético de cada persona.
Están realizando un estudio en el que participan 12.000 personas de 21 países, con una tecnología avanzada que en menos de cuatro años habrá finalizado con resultados hasta el momento muy esperanzadores.
Calculan que en el 2015 sí se podrá secuenciar el genoma y el coste real será totalmente asumible por el paciente, mucho más barato que los famosos análisis de sangre de Intolerancia a los alimentos que se están realizando actualmente y cuya eficacia y credibilidad dejan mucho que desear.
Se calcula, con los conocimientos actuales que hay unos 40 genes implicados en la obesidad, aunque puede haber más. El que tenga 30 de estos 40 marcadores genéticos tendrá que tener muchísimo cuidado si no quiere ser OBESO. En cambio el que tenga 5 ó 10 no tendrá que vigilar su peso.
La moda va cambiando según los intereses del mercado y los Trust económicos. Y así vemos como antes se nos decía que la mantequilla, los huevos fritos con chorizo y la carne eran malos y que elevaban las cifras de colesterol. Hoy en cambio, se dice que los huevos fritos no son tan malos que no elevan el colesterol y que la carne se puede comer sin problemas. Cada día salen nuevos estudios, que a mí personalmente no me ofrecen ninguna credibilidad.
Ya que obedecen a las casas comerciales y al marketing que ha pagado los estudios para que saquen las conclusiones que interesan a esas marcas comerciales determinadas.
Mientras salen definitivamente los test genéticos mencionados yo aconsejo, que se coma de todo con moderación y que cada uno observe su propio organismo, observando que alimentos le sientan bien y cuales son perjudiciales para su salud, pero siempre desde el consejo heredado del profesor Cobián “Comer de todo pero en plato pequeño”.
Comentarios