Un arbitro nunca debe reprochar, ni expulsar a un médico, cuando este está ejerciendo la labor asistencial a un jugador lesionado. Puede estar o no de acuerdo con su forma de actuar y de comportarse en los terrenos de juego e incluso en el banquillo y eso reflejarlo en el acta arbitral, para que los organismos competentes puedan analizar y juzgar la labor médica si tienen los suficientes elementos para ello y establecer la correspondiente sanción si fuera merecedora de su actuación negligente.
Ayer se vivió una escena fuera de toda lógica y sentido común en el transcurso de un partido de fútbol, solo justificable por la tensión que a veces invade a los protagonistas en el transcurso de un partido. Un jugador que sufre un traumatismo craneoencefálico y es atendido en la banda por su médico. En su afán y ansiedad de reincorporarse cuanto antes al terreno de juego, lo hace sin estar totalmente recuperado, el médico le sigue por la banda y cuando ve que tambaleante y se sienta, se apresura a entrar en el terreno de juego. El cuarto arbitro, que no tiene porque tener esa presión, se lo prohíbe y le dice que el partido está en juego. “ Pues para el puto partido”, parece que es la frase que el médico le dice y automáticamente se va a atender al jugador. Cuando esta haciendo las maniobras de recuperación cardiovascular, el arbitro no tiene una idea mejor, que mostrarle la cartulina roja, en vez de preocuparse por lo que realmente le ocurre al jugador. Al final el jugador tiene que pasar la noche en observación en el hospital y el arbitro después del partido, una buena ducha, redactar el acta y cenar tranquilo. Grave error. Lamentable equivocación. Sr. Muñoz Mayordomo.
Muchas han sido las veces que distintos médicos hemos saltado a los terrenos de juego sin autorización arbitral por una urgencia y el arbitro con todo el sentido común ha sido uno más en preocuparse y colaborar en la asistencia médica, al jugador lesionado.
Cuando estas equivocaciones las comenten los jugadores e incluso los técnicos, todos esperan que después de haber pasado las primeras veinticuatro horas, recapaciten y pidan disculpas. Los comités disciplinarios suelen ser sensibles a las manifestaciones de disculpas y pesar por las equivocaciones cometidas. Yo ahora estoy esperando la reacción del colectivo arbitral y de los organismos competentes para ver si reconocen que también ellos son humanos y se equivocan. Porque quien no reconoce un error, nunca puede ser un juez justo.
Consulta el artículo en el Diario AS: http://opinion.as.com/opinion/2014/05/13/portada/1399936328_196826.html
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